El frío del invierno ha dado paso a la inestabilidad de la primavera y con ella, los peces gordos que rigen las noches del paseo marítimo de Los Álamos -ubicado en Málaga- se frotan las manos. Todo está listo ya, todos han hecho los deberes en estos meses para volver a ser los garitos de moda, para ser cada día, el punto de ebullición.
Los chiringuitos son la esencia de las postales donde se enmarcan las playas malagueñas, pero estos en concreto, tienen funciones diferentes. Aquí, los espetos y cafés que se sirven a las cuatro de la tarde se sustituyen por los primeros mojitos del día, los que dan lugar tras la caída del sol, a los cubatas acompañados de música, como requiere la ocasión.
Cuando el cielo se cubre de azul oscuro, allí todo se transforma. Cada uno de los “chiringos” enciende sus luces para vestir más aun su cuidada fachada. Las aceras ya no son transitadas por familias que pasean, personas que hacen deporte o bañistas que disfrutan del día. Ahora los escotes, las camisas y un alto índice de alcoholemia inundan las calles.
En esta ambientada zona se codea gente guapa y gente fea vestida de guapa. Gente de aquí que prefiere un martes para tomar algo y gente de fuera que ansía el sábado para asistir a la cita de la semana. Gente que espera acabar la noche en buena compañía o gente que le gusta pasar la noche bien acompañado, sin más. A lo largo y ancho del paseo hay lugar para todos.
La fórmula parece funcionar y cada día, una vez llegado el verano, las cajas hacen su particular agosto. Lorenzo le da el relevo a las noches, sin que la música deje de sonar, sin que el camarero deje de sonreír, en definitiva, sin que los motivos que hacen de este lugar muerto en invierno, un punto estratégico de fiesta y diversión... Comienza la temporada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario