lunes, 21 de febrero de 2011

Saquitos, bolsas y despensas

No se puede controlar. Quien puede hacerlo es porque aún no lo requiere del todo. Cuando llega, llega. Algunos necesitan almacenar los meses en pequeños saquitos hasta que rompen y otros en cambio tienen la bolsa rota y por ello nunca acumulan nada. Dicen que hay quien tiene una gran despensa y pueden pasar años hasta que lleguen vaciarla.

Dependiendo del material y el grosor de los saquitos, las bolsas o la despensa se puede soportar mas o menos tiempo pero todos, tarde o temprano, acaban rotos. Las cosas cotidianas, las excepcionales o la mezcla de ambas son las que deciden ese momento.

A mi prima pequeña le sucede cuando mi tía sube el tono de voz mas de lo que ella considera oportuno. Hay quien lo siente cuando ve "Ghost" aunque sea por enésima vez y en italiano, eso no importa. Unos porque echan de menos, otros porque acaban de perder algo.

Tu mente se aturulla, tu alma se encoge y tus ganas comienzan a ser inevitables. Un trabajo nuevo, una pelea amorosa, la lotería que te ha tocado, el último examen de carrera o la desesperación de un día negro son muchos de los motivos que te hacen que tus ojos empiecen a humedecer.

Ya no hay marcha atrás. Los saquitos donde se almacenaban cada una de tus lágrimas han comenzado a desquebrajarse lentamente y solo te queda suspirar y dejar que todo transcurra sin mas. Así todo será natural, así todo se expulsa hacia fuera. Entonces, comienzas a llorar.

jueves, 17 de febrero de 2011

Curioso detalle

Comienza con un simple comentario, en la mayoría de los casos, inoportuno por alguna de las partes y siempre viene precedido por algún acto, acontecimiento o interpretación de los hechos del sujeto “x”. Después todo fluye, solo hay que dejarse llevar.

Una voz mas alta que otra, algún argumento mas convincente de lo esperado o un insospechado contra ataque, digno de hasta el impensable peón que derriba al rey, con el que noqueas al que se ha convertido en tu adversario y esperas acallar su boca. Los nervios florecen, las pulsaciones se aceleran y la sangre hierve. Ya no hablas, gritas. Ya no razonas ni escuchas porque en tu mente solo hay una cosa, ésa persona no está de tu lado.

Si has llegado a tal extremo e identificas cada uno de los pasos mencionado siento decirte que acabas de rozar el límite entre lo patético y lo absurdo. O quizá los dos, no se, pero acabas de pelearte y encima por hablar de política. Jaque mate.

Apoyo que cada persona tenga sus afinidades políticas y pensamientos sean del lado que sea. Izquierda o derecha ¿qué mas da? En realidad, es indiferente si cada uno se aproxima a alguna fuerza aunque solo sea de lejos. Respetar los ideales del amigo, familiar o compañero de trabajo debería ser primordial y no pelearse por ello lo mas coherente porque seas del partido que seas, ninguno está haciendo gran cosa por mí. No soy una etiqueta y mucho menos un voto.

Si lograsen descifrar los problemas que cada uno de los que ellos catalogan como estadísticas “a favor” o “en contra de” tienen, descubrirían que su forma de hablar, su manera de expresarse o su diálogo sobre cualquier tema en cuestión, sean de izquierda, derecha o centro, no solventan sus preocupaciones.

En mi caso personal me encuentro con un gran hándicap en mi vida laboral y debería ser asunto de Estado a mi parecer. No tengo idiomas. Pertenezco a esa generación en la que toda preparación es poca y un sueldo ruin se cotiza alto. Las empresas requieren de personas cada vez mas cualificadas, con experiencia y dos idiomas mínimo, por favor.

Estudié primaria, secundaria, bachillerato y una licenciatura. Mi periodo de formación se ha dado con ambos partidos políticos dominantes y ninguno se molestó en darme la educación necesaria en materia de inglés.

Mis padres decidieron apuntarme a clases de apoyo para reforzar mis lagunas lingüísticas y creo que fue una decisión acertada. Hoy por hoy, el mucho o poco conocimiento que tengo se lo debo a mi profesora particular de la cual desconozco su ideología. Curioso detalle.

lunes, 14 de febrero de 2011

Dicen que hoy es tu día

Las relaciones en las que las mariposas son dueñas de sus estómagos. En las que aún se ponen nerviosos cuando les tocan. Las que la rutina ha destruido. Las relaciones en las que uno tira más que el otro. Las que parecen perfectas. Las que son un sinsentido absoluto. Las parejas que están juntas. Las que van a romper. Las que nunca acabarán. Las que no se darán jamás una oportunidad. Las que se repetirán mil y una vez.

Los amores de verano. Los que duran lo mismo que el viaje en el que se conocen. Los que solo llaman a las cinco de la mañana. Los de una sola noche. Los que te llevan al cine y a cenar un domingo cualquiera. Los que esperan a que entres en casa. Los que les da igual que vuelvas sola. Los que te hacen suspirar. Los que sonríen cuando les llaman. Los que se saben que son de verdad. Los que hasta tú mismo hueles que son una gran mentira. Las relaciones clandestinas. Los amantes empedernidos. Los amores prohibidos.

El primer amor. El último. El que nunca olvidarás. El que todavía tienes presente. El amor de tu vida. El que fue más importante. El que desearías no haber vivido. El que te llenó de amargura. El que te hizo perder el tiempo. El que te hizo crecer como persona. El que estás empezando a sentir.

Para los que se ven todos los días. Para los que la distancia los separa. Para los que el tiempo no es barrera. Para los que cualquier motivo ya es una excusa. Para los que nunca regalan nada. Para los que siempre son detallistas. Los que dan sin recibir. Los que reciben sin merecer. Para los que dicen te quiero. Para los que nunca son capaces. Para los que expresan todo. Para los que se guardan los sentimientos como su mayor tesoro. Para los valientes que arriesgan. Para los que son cobardes y el miedo se adueña de su ser. No, para ellos no.

Los que abren la puerta al pasar. Para los que no recuerdan el día de vuestro aniversario. Los amigos que atraviesan esa línea. Los que son a primera vista. Los que se enamoran de inmediato. Los que conquistan en meses. Los que confiesan a los años. Los que callan para siempre. Los que morirán sin saber qué es el amor de verdad.

Porque existen millones de maneras de vivir un amor y no es algo que se explique, solo se siente y se demuestra cada día del año.




domingo, 6 de febrero de 2011

El país escaparate

Todo el mundo lo dice. Lo primero que llama la atención al llegar a una zona residencial en este país son las ventanas tan grandes que tienen las viviendas y para mas inri, sin rejas. Se trata de un lugar donde tu vida es la vida de todos, aunque según las variantes que intervengan, es mayor o menor el grado de intimidad con el que uno convive.

Si tu casa, apartamento o piso es céntrico estás condenado a ser como un Gran Hermano para todos los turistas que pasen por tus inmediaciones. Aquí juega un gran papel el amplio abanico de cortinas, visillos, estores o derivados que cada uno quiera poner. Los que se encuentran en pueblos o lugares mas apartados no están tan vigilados por el ojo ajeno.

Si pasara por delante de algunos inmuebles de manera rutinaria, con tan solo mirar su ventana podría saber si sus habitantes son cuidadosos con las plantas o por lo contrario dejan que se pongan mustias sin problema. También descubriría si utilizan en su día a día las velas o simplemente las tienen por tener. Aquí las flores, los centros decorativos y velas forman parte de la estampa habitual.

Podría hasta descubrir si ha nacido un niño y el sexo que tiene. Es fácil. Si en alguna cristalera ves colgada alguna cinta de color es que un nuevo integrante ha llegado a la casa. Si es azul es niño, si es niña, rosa.

Cuidan hasta el mas mínimo detalle, miden la intensidad de la iluminación según el momento en el que se encuentren y algunos incluso parecen ser profesionales en esto de mezclar formas y colores...Todo ello hace que tenga hasta sentido querer que todo sea tan visible.

En relación con esto, el otro día conocí a Lucky, una mujer alta de 1,80 de altura con pelo rubio y piel clara que hablaba un español con acento andaluz inesperado. Está casada con un almeriense y de ahí su deje a la hora de hablar la lengua. Ella es escaparatista aquí en Holanda de una tienda de ropa que aún no ha llegado al país mediterráneo. Resultaba curioso escuchar como decía que trabaja demasiado. Cuatro días a la semana “ pero de ocho de la mañana o ocho de la tarde no paro”.

A veces olvido que estoy fuera de España, que el pataleo es el único derecho que tenemos y que por desgracia allí nadie hace eso, allí se considera un privilegio tener un trabajo en estos tiempos que corren. A decir verdad, allí las ventanas son demasiado diferentes.