sábado, 7 de abril de 2012

La Terminal

Cruzar la puerta de un aeropuerto hace que entres en un espacio donde miles de pequeños universos conviven pacíficamente, donde cada persona representa su propio mundo y lo desplaza a otro lugar con poco más que una maleta y lo puesto.

Mi curiosidad me hace imaginar qué se esconde detrás de cada abrazo o lágrima que veo que se lleva a cabo en esos encuentros. Ver a una pareja fundirse en un efusivo beso me lleva a pensar que hace semanas e incluso meses que no se ven y que lo necesitaban, que la continuidad se marca así, con esperas y llegadas del uno y el otro.

Una señora de mediana edad no deja de mirar cómo el que supongo que es su hijo pasa el correspondiente control para embarcar en los próximos minutos. Tiene un diálogo interno que recopila los años de existencia del mismo y sobre los que se cuenta a sí misma lo rápido que ha pasado el tiempo, lo adulto que se ha hecho y aun así, lo indefenso que le ve.

Los aeropuertos están llenos de pequeñas y grandes historias efímeras que van y vienen de un lugar hacia otro y que, por norma general, no suponen el principal escenario que las alberga pero sí marcan un antes y un después.

Un viaje que va a suponer un cambio de residencia, el cierre de un contrato de cifras vertiginosas, la respuesta de si merece la pena o no cada día que pasa a su lado, la celebración de tu merecido fin de carrera...Son algunas de las cientos de posibilidades que albergan y que se reciclan de manera continua con cada vuelo que aterriza o despega.

La huella invisible de cada uno de los que transitan y llenan espacios de nadie y de todos, por siempre y nunca jamás, no son más que historias humanas que confluyen de forma paralela en una puerta de embarque, en una cafetería, o en el asiento que está a la espera de la próxima persona a la que acomodar.

domingo, 1 de abril de 2012

Lección de un blog

Hace tiempo que mi blog me reclama una nueva entrada o al menos unas líneas con las que sumar un post y ponerse al día con la fecha del calendario. Hace tiempo que sucede y yo no he sabido responderle. No ha sido por falta de ideas o ganas, solo intentaba buscar un camino definido por donde guiarle, una temática en la que centrarle para que sus espacios se apreciasen de la misma tonalidad.

No ha sido así. Empecé hace casi un año y creí que definiría en poco tiempo qué abordar, qué plasmar en un documento en blanco para después enviarlo al ciber espacio. Pensaba que sería sencillo, hay personas que lo saben desde el primer día y otras en cambio nunca sabrán contestar con una respuesta concisa, sino que se dejan llevar, sin más.

Es por ello que hoy te digo que no tienes un rumbo fijo, querido blog, porque no hay necesidad de marcar una “x” en una casilla y condenarnos de por vida. Creo que estarás más vivo sin presiones, ni obligaciones, pienso que será mas auténtico decir lo que quiero y no lo que desean escuchar.

Prometo ser fiel a todo lo expuesto e intentaré ser mas constante y considerada, porque sé que lo que no se alimenta, al final muere y como hay millones de formas de procurar que esto no sea así, tendremos más encuentros nocturnos o inesperados en comparación con los que últimamente hemos consumado.

Intentar dar sentido a cada una de las cosas, personas o situaciones que te rodea, te hace ser incapaz de disfrutar el momento y dejar que transcurra. Creyendo que no eras nada -por no tener un nombre más concreto- te he construido este último año de mi vida y es ahora cuando veo que no me hace falta tener definidas e identificadas con etiquetas cada una de las entradas escritas, que no es vital que todo esté amarrado porque esa es la esencia de algunas cosas.

Gracias blog por esta maravillosa lección.