jueves, 19 de mayo de 2011

Despierta España

Desde hace algunos días en España parece que hay vida. Hace ya tiempo que las personas se encontraban en un estado a medio camino entre el sueño y el limbo, alejados de la realidad y sin capacidad alguna de reacción.

Parece que algo está cambiando y que la gente se ha despertado. La población se ha cansado de ser sumisas y obedientes y da la impresión de que hasta tienen interés en que se les escuche o por lo menos hacen por que se les oiga.

Pertenezco a esa generación en la que un título universitario no es suficiente para optar a un trabajo. Yo formo parte de ese escalafón social al que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya se ha atrevido a casi bautizar como “generación perdida”. Me encuentro entre el deseo de un ni-ni, es decir, no tener trabajo y vivir con tus padres, y la frustración de todo aquel que no se considere de tal forma. ¿Cuántos motivos más se pueden necesitar?

Resulta incomprensible ver cómo una sociedad que soporta la escalofriante cifra de cinco millones de parados y se muestra, en un alto porcentaje, descontenta con el gobierno que les dirige, no se haya lanzado a las calles en ninguna ocasión hasta este momento.

No comprendo por qué todos nos quejamos de nuestra situación y nadie ha creído conveniente el comenzar a hacer algo hasta ahora. Habrá quien esté ya buscando a qué formación política se aproxima este movimiento, pero sea cual sea su referente, es la primera vez, desde que España es democrática y vive su peor crisis, que la población se moviliza por la situación que se vive.

Las elecciones se encuentran a la vuelta de la esquina y muchos municipios ya han revalidado su cargo sin ser necesario el dirigirse a las urnas. No hay mucho que poder hacer para que a las fechas que estamos los políticos tiemblen de cara a su gran noche.

Sólo habrá que esperar a que pase ese momento -el 22 de mayo- para poder comprobar si las concentraciones pacíficas son de verdad la voz del pueblo o, por lo contrario, han supuesto un sueño en este país adormecido.

lunes, 2 de mayo de 2011

Hubo un tiempo...

Hubo un tiempo en el que las personas dedicadas al oficio del periodismo requerían tan sólo de un bloc de notas y un bolígrafo en mano con el que salir a la calle para buscar la noticia y ser el primer testigo de lo que sucedía ahí fuera sin intermediarios. Tener un buen olfato para saber qué es importante, acompañado de las técnicas necesarias de redacción hacían que aquella persona capaz de escuchar a su fuente, comprender sus inquietudes y que fuera ética y moralmente fiel a la profesión, culminara su información con una exquisita calidad.

Hubo un tiempo en el que las personas dedicadas al periodismo vivían con una maleta preparada por si en cualquier momento debían de partir. Los viajes, el conocimiento de otras culturas, idiomas y personas era algo íntegro en el modo de trabajo de aquellos que no se dedicaban sólo a la información estrictamente local pero, al parecer, este tipo de periodismo ha dado paso a un modelo nuevo e implantado desde hace algunos años.

Las redacciones se han convertido en el centro neurálgico de toda información y miles de correos electrónicos a modo de notas o comunicados de prensa, son el claro ejemplo de ello. Los trabajadores están mas horas sentados en sus mesas con sus ordenadores que fuera de las oficinas. Ahora no se escucha hablar sobre lo que sucede aquí o allá, sólo se teclea.

Las televisiones, radios y periódicos están llenos de becarios explotados por sueldos ruines y no apuestan de verdad por las nuevas generaciones. Los temas propios son sustituidos por informaciones con enfoques institucionales con los que mantenerse en este duro momento. El beneficio económico está dando pie a que cientos de cosas que suceden a nuestro alrededor no tengan voz por no ser vendibles y nadie hace nada por cambiarlo.

El interés económico le ha ganado la batalla al derecho de la información y las empresas y partidos políticos han sabido sacar provecho de esta tendencia ya que han convertido a los medios en sus principales portavoces.

Un periodista se trata de aquella persona que además de poseer su título universitario cuenta con un alto grado de conocimiento de la actualidad y una gran responsabilidad social a la hora de narrar unos hechos de manera sencilla y comprensible para llegar al mayor número de personas posibles. La esencia principal de todo esto es tener la posibilidad de dar voz a los que no pueden hablar por si solos.

En la actualidad un periodista es una persona capacitada para realizar el trabajo de dos o más personas, por el módico precio de una, con suerte. El pack “periodista-fotógrafo-cámara” es el más demandado por todos aquellos grandes jefes que manejan esta nueva reconversión del oficio.

Las corresponsalías están en peligro de extinción y suenan a algo del pasado mientras que hablar de Internet no es futuro. Internet es el presente y la vertiginosa rapidez con la que se difunde a través de él ha hecho que se convierta en un arma de doble filo.

El formato web o las redes sociales acaparan esta nueva forma de difusión a la que todo el mundo puede acceder y no existen barreras espacio temporales. La revolución tecnológica parece ser una nueva herramienta con la que poder luchar hacia un periodismo más libre, más justo, en definitiva, el buen periodismo.

Felíz Día Mundial de la Libertad de Prensa