jueves, 15 de septiembre de 2011

Anti ortografía

Sonar con “uve” cuando en realidad se escribe con “be” o conseguir que hasta las “haches” más mudas parezcan que tienen melodía propia, es un arte que no todos aquellos que escriben consiguen dominar.

Las tildes omitidas, las comas inexistentes, los puntos que no dan pausa a ninguna de tus ideas o los nexos sin sentido alguno, son los principales aliados de aquellas personas que pretendan conseguir un texto que, a priori, suena bien, pero visto en profundidad, no nos muestra lo que se intentaba reflejar.

Después de analizar las claves necesarias para ser capaces de plasmar exactamente lo que uno desea transmitir, sin interferencias algunas ni dobles lecturas -en Ortografía- retrocedo un paso sobre lo expuesto entonces y desenmascaro los principales puntos para alcanzar el efecto totalmente contrario.

La trama, los posibles personajes y diálogos, la entonación con la que se lea... Todos son factores decisivos para engancharte y querer seguir, sin importar más. Pero fallos como los anteriormente expuestos son los que dejan entrever que, por ejemplo, no hay dos protagonistas, sino que pueda que haya alguno más o que incluso nunca haya existido alguno.

Que el lugar, objeto o persona que has imaginado tras ir leyendo cada una de esas palabras no es lo que habías pensado o que cuando habías visto una contundente afirmación, ahora comienza a asomar una tímida interrogación que cambia el sentido de las últimas líneas.

Es un doble juego con el que los más perspicaces acostumbran a escribir. Se trata siempre del mismo patrón, la misma cantinela que se repite una y otra vez, por eso, cuando se descubre la estructura utilizada, en la mano de cada uno está continuar con ello, o no...

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