A primera vista, cualquiera la podría juzgar con una simple palabra, un adjetivo pobre y genérico con el que marcarla de por vida, pero para la persona que la ha seleccionado en cuestión, esconde mucho más. Se trata de algo que traspasa las fronteras de lo perceptible, algo que reencuentra sensaciones ya pasadas y que lleva inscrito con un código indescifrable el paso de tu vida.
Te traslada a un momento, ese preciso instante en el que te diste cuenta que esa canción sería la banda sonora de aquella situación. Tan solo con oírla eres capaz de estremecer y sentir, como aquel día, todas esas sensaciones que engloban para ti esos cuatro minutos escasos.
Algunas son amargas y están llenas de tristeza y nostalgia, otras en cambio, nos sacan una sonrisa desde el primer segundo y la alegría de un recuerdo bonito es la mayor satisfacción que nos podía producir el volverla a escuchar.
Existen las que tienen nombre propio. Es ponerla y representar mentalmente esa figura que, para bien o para mal, no se puede borrar. Aun así, también hay algunas que todo lo que transmiten lo resumen en una frase, esa acertada combinación de palabras que deja reflejado perfectamente el sentimiento que nosotros no sabíamos cómo mencionar.
Se trata tan sólo de unos minutos mágicos, unas notas que definen esa situación especial que rememora lo ya vivido y que, para unos es una canción más que escuchar, y para otros, es un nombre, una etapa, una experiencia o una combinación de sensaciones que han hecho que ésa -canción- precisamente tenga que ser la elegida para tí.