Hoy he sacado de mis adentros todo lo que tenía, he hurgado entre mis vísceras para ver de qué material estaba hecho eso que llamábamos amor y he probado con mi propia lengua que aquello tenía un sabor agrio, que la fecha de caducidad se nos olvidó mirarla y que los restos putrefactos que albergaba entre mi pecho y mi espalda eran el motivo de mi sufrimiento.
Es por ello que te declaro perdida esta guerra entre mi mente y mi corazón y desquito cada una de las medallas que te coloqué por el módico precio de un te quiero a cambio. De mi saco tu olor que tantas noches impregnó mis sábanas y recojo cada uno de tus recuerdos para almacenarlos en el cajón de nunca jamás. De mi cuerpo borro cada caricia con la que me elevaste a los cielos para dejar marcada esta piel que tantas veces tocaste.
Lo que ayer fueron suspiros entrecortados hoy los transformo en silencios sinsentido, lo que antes me hacía vibrar, ahora no conmueve ni lo más profundo de mi ser. Elimino de cada poro de mi piel cualquier rastro que pueda quedar de ti y deshago sin ningún tipo de complejidad todos y cada uno de los nudos estomacales que provocaste en el pasado.
La puerta por la que se accedía a nuestro pasado conjunto ha sido cerrada con llave y lanzada al fondo del mar, las promesas que juramos no romper nunca, han desaparecido sin dejar rastro y mi corazón me ha pedido cerrar por vacaciones.
Ya no te daré más besos dulces que te suban la glucosa, ni noches prohibidas que aceleren tu ritmo cardiaco. Ya no serás tú el testigo de mis logros y mis fracasos, y no serán tus manos las que me hagan estremecer.
No recuerdo, ni tengo constancia del instante en el que decidimos que esto no era un para siempre. No sabría concretar en qué momento y lugar se quedaron nuestras ganas e ilusiones, pero deben andar por ahí, en busca de un alma nueva que les haga revivir y un cuerpo con el que volverse a identificar.
Y es que, a decir verdad, ya no hacía falta que lo hablásemos, porque sabíamos que no nos escuchábamos, ya no era necesario que mirásemos hacia el futuro con los mismos ojos porque comprendimos que no veíamos lo mismo, ya no teníamos que fingir que nos queríamos, porque hacía bastante tiempo que de eso ya nos habíamos olvidado.
Dios!!! Me encanta!!!!!
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