Despertase y un día más.
Así se sienten millones de personas cuando comienzan su particular batalla con la rutina que viene marcada por una fecha nueva e irrepetible en el calendario. Una oportunidad quizás única para hacer lo que pensaste ayer y que se te presenta como una posibilidad sin retorno hoy.
Todo ello va acompañado de nuestras propias circunstancias y sentimientos lo que hace que tengamos días productivos, días tristes, días sin sentido o un sinfín de posibles adjetivos que engloben tan sólo 24 horas.
Acostarse tan sólo un día con la sensación de no haber hecho nada que te llene es lo mismo que tirar tu vida a un pozo sin fondo, aunque, si esas noches de reflexión están contadas, quizás no haya por qué alarmarse. Aun así, vivir en ese estado debe hacer que uno se replantee cómo está utilizando cada uno de sus minutos, esos que suman horas, que al final se cuentan en días y que conforman nuestra existencia aquí.
Ve a un lugar que te apetezca visitar o volver a ver, estudia para aprobar ese parcial, habla con aquella persona si tanto lo necesitas, corre media hora después de trabajar, pero procura, sobre todo, que cada noche puedas dormir sin esa sensación de no haber hecho nada.
Quizás un periodo de tiempo determinado con ese sentimiento interno sea la vuelta de tuerca perfecta para volver a retomar el ritmo sin más y continuar con todo, pero si tomas ese estado como forma de vida, ¿de verdad piensas que tienes tantos días como para tomarte el privilegio de desperdiciarlos todos?